Mejora la digestión: el té negro contiene taninos, astringentes y agentes anti-inflamatorios que afectan a nuestro aparato digestivo, reduciendo dolores intestinales o gástricos. También nos ayuda a disminuir la diarrea.

Antioxidante: los polifenoles que se encuentran en el té protegen a nuestras células de la oxidación y del deterioro. Esto previene la sintetización de los radicales libres que podrían causar una inflamación en nuestro organismo.

Anti estrés: Pensar que la cafeína nos pondrá más nerviosos es un error. El té negro nos ayuda a relajarnos. Así lo demostró un estudio realizado en el Reino Unido. El nivel de estrés y ansiedad de los participantes que habían tomado té negro se redujo considerablemente. 

Calma el hambre: al tomar una taza de esta infusión, nos produce la sensación de estar saciados, lo que nos puede ayudar a controlar mejor lo que comemos y a no picar entre horas.

Mejora la circulación sanguínea: gracias a los flavonoides que contiene el té negro, nuestra capacidad de dilatación y contracción de los vasos sanguíneos mejora notablemente. Por consecuencia, las probabilidades de ataque cardíaco disminuyen. También nos ayuda con el colesterol.

Reduce las probabilidades de cáncer: Debido a las propiedades antioxidantes que nombramos anteriormente, el té nos ayuda a proteger nuestras células de los radicales libres y de sufrir daños en el ADN. Varios estudios han demostrado el efecto que los polifenoles tienen en nuestro organismo.

Ayuda para concentración: Si eres una persona olvidadiza, tomar una taza de té negro puede ayudar a mejorar tu memoria. Ayuda  al estado de alerta menta, facilita la concentración y fortalece el aprendizaje.